Os dejo, a continuación, una
reflexión realizada por el jugador del equipo Vodka, José Luis Felipe,
a propósito de la tarjeta roja que recibió el
pasado sábado en la liga local de fútbol sala. Se trata de
un gesto que le honra, en el que describe perfectamente las dificultades y
problemas con las que se encuentra un arbitro que dirige un encuentro y la
necesidad de su comprensión, el contexto en el que se desenvuelve la
competición ("pasar un rato haciendo deporte"), así como la reacción
natural, nada justificable, que hemos tenido todos los que hemos jugado a este
deporte en algún momento. Sirva este artículo para reflexionar en relación a
determinadas situaciones que se dan en nuestros campos y a conseguir, en la
medida de lo posible que desaparezcan
“La labor de un árbitro puede
ser la más desagradecida y complicada de un deporte. Su misión es impartir
justicia y objetividad de la manera más subjetiva posible. Con la vista. Debe
tomar una decisión en una décima de segundo, ve una acción, la analiza y decide.
Un segundo. No puede transcurrir más tiempo. Pita totalmente convencido que ha
acertado, no duda. Y la gente implicada con la misma subjetividad, replica,
recrimina o protesta. Así son la mayoría de los deportes, en especial el
fútbol. Cada uno llevamos un árbitro y un entrenador profesional dentro.
Nosotros vemos cosas que
aquellos que se dedican a eso no ven. Nosotros somos mejores y estamos más
preparados que ellos. Pensar eso es el mayor error que puede cometer cualquier
deportista. Es posible que estemos demasiado mediatizados, que nos dejemos
influir por la prensa o deportistas profesionales. Mal ejemplo sin duda.
Nunca nos debemos olvidar que
estamos en un ámbito municipal, que no hay nada en juego, que el objetivo es
"jugar por jugar" con el pequeño añadido de la emoción que la
competición te ofrece. Pero no hay ningún salario en juego, nadie se juega la
vida.
Por ello, me gustaría que todos
reflexionáramos un poco, y que pensemos que el árbitro que está ahí pita lo que
ve, que se puede equivocar, como todos nos equivocamos. Que hasta el día que
logremos que nos arbitre una máquina tendrá que ser así. Y ese día lloraremos
porque se ha perdido la esencia de la subjetividad.
Por otro lado, cualquiera nos
podemos enervar en cualquier momento y perder las formas. Sin duda, es muy
posible, como en mi caso, que ese "calentón" conlleve a la expulsión.
No es para nada justificable, pero al igual que un árbitro, cualquiera nos
podemos equivocar. Por ello me gustaría incidir que tras un calentón, es
preciso reflexionar, ver que te has equivocado y nunca dejar de saludar a los
compañeros del otro equipo (porque no son otra cosa que compañeros, amigos o
vecinos) y sobre todo al árbitro. Que al fin y al cabo sólo hace su trabajo.
Con ello no pretendo pedir
perdón, hay cosas que no tienen marcha atrás, simplemente hacer reflexionar,
para que no vuelva a ocurrir algo así, que no merece la pena. Sobre todo a los
más jóvenes, que a veces pienso que están aprendiendo que criticar al árbitro
es algo natural y cotidiano.”
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